Intentamos visitar hoy el castillo de Wawel, pero es domingo, y aparte de unas colas terribles, nos enteramos de que hoy la catedral está cerrada hasta después de la misa por lo que hacemos un rápido cambio de planes y optamos por visitar alguno de los alrededores de la ciudad. Una de las opciones es Auschwitz, hacia el que salen numerosas excursiones así como autobuses y trenes regularmente, pero lo descartamos enseguida, sólo su nombre nos pone los pelos de punta, así que decidimos ir a las minas de Wieliczka, a 13 km. al sureste de Cracovia, para ello tomamos un autobús detrás de la estación central de tren y en media hora estamos allí. Vamos a las taquillas, donde sacamos las entradas, las minas están abiertas todos los días de 08.00h. a 18.00h. (en invierno cierran a las 16.00h.) y las visitas son guiadas y en grupo, y salen cada hora, Se trata de unas minas de sal realmente impresionantes, la sal fue una de las fuentes de riqueza del país a lo largo de su historia, de ahí las gigantescas dimensiones de estas minas, cuentan con 300 km. de galerías y nueve niveles que llegan a los 327 km. de profundidad, de las que sólo están abiertas al público los tres niveles superiores. Empezamos la visita con un descenso a pie de 200 escalones un tanto claustrofóbico a partir del cual vamos visitando salas y galerías hasta llegar a la inmensa capilla dedicada a la reina Kinga que es una verdadera catedral subterránea excavada entre el año 1895 y el 1927, donde hay bellísimas esculturas de sal. Aquí se celebran bodas e incluso conciertos, la verdad es que el escenario es impresionante.
Una vez terminada la visita a las minas, que dura unas dos horas, decidimos, antes de subir a la superficie, comer bajo tierra en el restaurante de las minas tras la cual subimos en ascensor a la superficie donde se agradece volver a ver la luz del sol y sobre todo sentir su calor (si vais en verano, no olvidéis llevaros un jersey o chaqueta porque hace bastante frío). Damos un pequeño paseo por el pueblo de Wieliczka y regresamos en autobús a Cracovia.
Esta noche, para cenar, elegimos el Starapolska, en la calle Sienna, con una sala rústica con frescos en las paredes que representan escenas campestres, volvemos a degustar las especialidades polacas, esta vez nos atrevemos con un Tartar a modo de entrante (que le vamos a hacer, nos gusta la carne cruda), seguido de Kaczka z jablkami o pato relleno de manzanas servido con unos deliciosos panecillos o Pyzys con los que mojar en la salsa. Una vez más, un paseo por la plaza del mercado y una copita en otra de sus terrazas.
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