Ciudades visitadas

sábado, 9 de enero de 2010

22 /Julio/08 - comenzamos el viaje

Para viajar a Polonia, los españoles, como cualquier otro miembro de la Unión Europea, no necesitamos ningún tipo de visado ni siquiera pasaporte, es suficiente con el DNI, no obstante, como volábamos vía Zürich y queríamos aprovechar para conocer también esta ciudad, tuvimos que llevar nuestros pasaportes puesto que Suiza no pertenece a la Unión Europea y para visitarla es necesario (si os quedáis dentro del aeropuerto no hace falta).
Llegamos a Varsovia vía Zürich con un vuelo de Swissair, que nos permitió conocer también esta ciudad ya que teníamos unas 4 horas de espera en el aeropuerto de Zürich y puesto que el centro de la ciudad está a tan sólo 15 minutos en tren, los cuales tienen una frecuencia de salida bastante alta, aprovechamos para dar una vuelta por el centro de la ciudad, y así conocerla. Para más información sobre precios de estos trenes y frecuencia de horarios http://www.sbb.ch/. Os recomiendo comprar la ZurichCARD (15CHF , unos 11 euros, por 24 horas), la cual permite realizar viajes ilimitados en la red de transporte público de la ciudad, así como entrar gratis a más de 40 museos (aunque no tuvimos tiempo para entrar en ninguno). Se puede adquirir en la misma estación de tren del aeropuerto, o bien en las taquillas o bien en las máquinas expendedoras del vestíbulo.
Llegamos a la Hauptbahnhof o estación principal, desde la que tomamos la Bahnhofstrasse, la calle comercial número uno de Zürich, para empezar nuestra vuelta por la ciudad.

Nos encaminamos hacia el Lago Zürich, ya que la mayoría de los puntos de interés se encuentran en la zona alrededor de las dos riberas del río Limmat, entre la Hauptbahnhof y el lago. Las iglesias y las casas burguesas del casco antiguo se encuentran apiñadas en este lugar, al igual que las elegantes tiendas de Bahnhofstrasse. Dejamos la calle para subir a la Lindehnof, desde donde se puede disfrutar de una magnífica vista del casco viejo situado a la derecha del Limmat. Bajamos por Fortunagasse hacia el “Schipfe” o antiguo barrio de pescadores, desde el que, seguimos la ribera del río hasta llegar al Rathausbrücke, el puente más antiguo de Zürich. Frente a la orilla derecha del río se encuentra el barroco Rathaus o ayuntamiento. Continuamos por la Weggengasse, la cual nos conduce a la bonita plaza de St. Peterhofstatt donde se ubica la iglesia más antigua de la ciudad, St. Peterskirche, la cual tiene el mayor reloj de Europa. Callejeamos por las bonitas callejuelas de Zürich hasta llegar al convento Fraumünster, gótico, cuyas vidrieras de Marc Chagall nos dejan impresionados. Cruzamos el Münsterbrücke y subimos las escaleras situadas frente a la Wasserkirche, lo que nos lleva directamente a la iglesia más impresionante de Zürich, la Grossmünster, majestuosa edificación cuyas dos torres dominan la zona del Limmat. Tras esto, comemos algo en un puesto callejero frente al lago y volvemos a la estación para coger un tren de vuelta al aeropuerto.



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Una vez llegamos a Varsovia, en el mismo aeropuerto, Frederic Chopin, cogimos un autobús, el 175, cuya parada en el aeropuerto está, al salir del aeropuerto, justo delante de la parada de taxis. El billete al centro cuesta 4,20 PLN (aproximadamente 1 euro) y pudimos comprarlos al conductor directamente, pero esto sólo puede hacerse en el aeropuerto, si se toma el autobús en cualquier otro punto de la ciudad hay que comprarlos en los quioscos de periódicos y validarlos al subir.
Para más información sobre la red de transporte público de la ciudad os recomiendo: ztm.waw.pl donde hay una amplia información tanto de autobús como de metro y tranvías, de precios, zonas, líneas, frecuencias, donde comprar los billetes, tipos, etc.
Este autobús llega hasta el centro y, de hecho, tiene parada prácticamente en frente del hotel que habíamos reservado, el hotel Metropol, un hotel que está bastante bien situado, en la Al. Marszalkowska, muy cerca de la estación de ferrocarril, frente al Palacio de la Cultura y a tan sólo 10 minutos andando de la ciudad vieja o Stare Miasto. Lo reservamos directamente por Internet. Relación calidad - precio, sale bastante  bien. Para moveros por Varsovia y si tenéis pensado visitar museos, existe una tarjeta turística, que por 35PLN (zlotych es la moneda polaca) o, lo que es lo mismo, 8,5 euros al día (también la hay de 3 días y cuesta 65 PLN o unos 16 euros) os permite por un lado entrada gratuita a muchos museo y descuentos en otros, aparte de poder viajar en transporte público con ella. La verdad es que nosotros no la compramos porque, por un lado, preferimos movernos a pie siempre que sea posible y en Varsovia, casi todo, al menos en el centro, se puede hacer caminando y, por otro lado, tampoco teníamos pensado hacer una ruta de museos, preferimos ver la ciudad en si y visitar algún museo que encontrásemos interesante. En cualquier caso, en la web warsawcard.com tenéis información no sólo sobre esto sino que esta página es muy interesante para ir conociendo la ciudad. Otra página web con gran cantidad de información sobre la ciudad es http://www.warsawtour.pl/



viernes, 8 de enero de 2010

23/Julio/2008 - empezamos con Varsovia




Tras un copioso desayuno en el hotel, empieza nuestra visita por la ciudad, encaminándonos por la avenida Marszalkowska hacia la Stare Miasto, pero antes de entrar en ella, ya desde lejos divisamos la columna de Segismundo en la plaza del Castillo, con sus 20 metros de altura que presiden la estatua del rey Segismundo.


Comenzamos por el castillo real, en la parte alta de la ciudad vieja (abierto de martes a domingo de 10.00h a 17.00h),  para más información: http://www.zamek-krolewski.pl/, esta antigua fortaleza del siglo XIII fue, a lo largo de su historia, varias veces modificada, destruida y reconstruida pero fue en la Segunda Guerra Mundial cuando quedó totalmente devastada. Los soldados alemanes, en 1939, por orden de Hitler, una vez que lo despojaron de todos sus objetos de valor lo dinamitaron destruyéndolo completamente. Fue en el año 1971 cuando se decidió reconstruir el castillo, lo cual se consiguió gracias a miles de donativos, tanto de extranjeros como de polacos, siendo nuevamente inaugurado en 1984.
Continuamos adentrándonos en la Stare Miasto, la cual, al igual que el castillo, fue un inmenso campo de ruinas tras la guerra. Su reconstrucción se hizo siguiendo los modelos originales, conllevó un gran esfuerzo por parte de la población y se prolongó de 1949 a 1963. Fue declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Lo primero que vemos es la catedral de San Juan, la iglesia más antigua de la ciudad, siguiendo el estilo gótico mazoviano, cuya construcción finalizó en el siglo XV. Destruida también durante la II Guerra Mundial, se reconstruyó en su estilo original y en la actualidad es una de las mayores obras góticas de Wit Stwosz. . Llegamos a la animada plaza de la ciudad vieja (rynek Starego Miasta), igualmente reconstruida en su forma originaria de los siglos XVII y XVIII, está rodeada por mansiones burguesas con interesantes fachadas decoradas con esculturas, frescos y bajorrelieves. En el nº 42 se encuentra la entrada al Museo Histórico de la Ciudad, http://www.mhw.pl/ ,que muestra la historia de la ciudad y su destrucción. Es un interesante documento de la historia de la ciudad, aprovechad para visitarlo en domingo, porque es gratis. En la pagina web del mismo están los horarios y los precios de la entrada.

Seguimos callejeando por la ciudad vieja camino de la ciudad nueva o Nowe Miasto, pasando por la Barbacana, reconstrucción de las antiguas murallas, dirigiéndonos por la calle Freta, donde se encuentra la casa en la que nació Marie Curie, en el nº 16, y llegamos a la pintoresca plaza del Mercado (rynek Nowego Miasta). Aquí está la pequeña iglesia de las Hermanas del Santo Sacramento una preciosa iglesia barroca que merece la pena visitar, al igual, que la iglesia de la Visitación de la Virgen, un poco más allá, uno de los templos más antiguos de Varsovia, construido al borde de un pequeño promontorio ofrece unas estupendas vistas sobre el río Vístula.
Volvemos callejeando a la entrada de la ciudad vieja, a la plaza del Castillo, desde la que parte la llamada Vía Real, compuesta por tres calles sucesivas (ul Krakowskie Przedmieścle, ul. Nowy Świat y aleje Ujazdowskie), recibe este nombre porque sus cuatro kilómetros enlazaban el castillo real con la residencia veraniega del rey. Alberga gran cantidad de monumentos, especialmente en sus dos primeras calles, así que iniciamos la marcha desde la plaza del Castillo y topamos, a la izquierda, con la iglesia de Santa Ana, de fachada clásica y con un magnífico interior barroco, en ella juraban fidelidad la rey los príncipes polacos.

Un poco más allá, en el centro de una plazuela está el monumento al poeta polaco por excelencia, el romántico Adam Mickiewicz, y justo después está la iglesia de los Carmelitas, la cual data del siglo XVIII y es una de las pocas iglesias que logró salvarse de la guerra. Destaca en ella el estupendo altar barroco. Avanzando un poco más nos encontramos con el Presidium del Consejo de Ministros, ubicado en un antiguo palacio neoclásico, donde se firmó el pacto de Varsovia en 1955 y donde años después, en 1989, tuvieron lugar las primeras negociaciones entre los dirigentes comunistas y los líderes del sindicato Solidaridad. Justo enfrente, la estatua del príncipe Józef Poniatowski, (príncipe polaco que llegó a convertirse en mariscal de Francia), como la mayoría de la ciudad, también quedó destruida tras la Segunda Guerra Mundial, afortunadamente, la ciudad de Copenhague poseía un modelo en yeso ya que su escultor fue un danés de principios del XIX, y fundió una copia que ofreció en 1952 a Varsovia.
Antes de seguir con nuestra larga caminata decidimos hacer un alto en el camino para reponer fuerzas, elegimos uno de los llamados bares mleczny, concretamente el Uniwersytecki, junto a la Universidad que se encuentra también en esta calle. Estos bares son como pequeñas cantinas en régimen de autoservicio, en cuya decoración y ambiente no es que se haya invertido mucho, pero la comida es bastante buena y muy barata, es una buena forma de iniciarse en la gastronomía nacional. Durante la Polonia comunista, este tipo de establecimientos ofrecían cocina popular a precios incluso por debajo de coste ya que eran subvencionados por el Estado. Hoy en día, las subvenciones se han perdido pero aún así siguen sirviendo buena comida a precios muy económicos. No os puedo decir el nombre de lo que comimos porque, a no ser que hables polaco, no te queda otra opción que elegir la comida señalando a la camarera lo que quieres de entre toda lo que hay expuesto y luego lo pagas en caja, se que eran unos platos que llevaban carne y verduras pero no tenemos ni idea de que comimos exactamente y mucho menos de cómo se llama.

Tras la comida proseguimos la ruta, la verdad es que toda la vía es una sucesión de diversos palacios e iglesias que sería arduo enumerar por lo que simplemente os destacaré también la armonía de las fachadas neoclásicas de la calle Nowy Świat, en la que, si os gustan los dulces es imprescindible hacer una parada en la pastelería Blikle en el nº 35.
Al final de esta calle entramos ya en la Varsovia moderna, cuya reconstrucción se llevó a cabo en 10 años puesto que la ciudad había quedado arrasada tras la guerra en un 85%. Los arquitectos socialistas concibieron la nueva ciudad según las normas del recién instaurado gobierno comunista pretendiendo hacer una ciudad funcional e igualitaria, lo que dio lugar a proyectos un tanto disparatados y, sobre todo, muy deshumanizados, en las que reinaban las construcciones de hormigón y cemento armado, extremadamente grises, ejemplos de la arquitectura realista soviética que abundan en la ciudad, cuyo máximo exponente es el enorme edificio de 242 metros de altura, en el centro de la plaza más grande de Europa que es el Palacio de la Cultura y la Ciencia,  http://www.pkin.plal/, al cual llegamos, desde el final de la calle Nowy Świat, girando a la derecha por la avenida Jerozolimskie. Construido por orden de Stalin en los años 50 a mayor gloria del socialismo, no fue ni es muy querido por los varsovianos ya que es un recuerdo constante de la opresión soviética. La verdad es que esta impresionante mole es un tanto tétrica, especialmente de noche y los días nublados y grises de Varsovia, recuerda bastante a Gotham City (Batman) pero merece la pena subir hasta la terraza en el piso 30º desde donde hay unas magníficas vistas de la ciudad (hay un ascensor turístico para ello abierto a diario de 09.00h a 17.00h y en el mismo vestíbulo de la entrada central hay una taquilla donde se pueden comprar).

Un poco más al sur por la avenida Marszalkowska llegamos a la plaza Konstytucji, monumental e impresionante en la que destacan sus gigantescas farolas.
No está mal para un día, así que volvemos al hotel para descansar un poco antes de salir a cenar. Elegimos un restaurante que vimos antes al final de Nowy Świat, en la plaza Trzech Krzyzy, el Adler, cuya decoración nos traslada a una especie de granja cubierta por una bonita bóveda, todo con un ambiente muy rústico, con gavillas de heno colgando del techo y demás aparejos propios de una granja. La comida es típicamente polaca, un tanto pesada donde probamos Flaki (una sopa de callos muy sabrosa y que os imaginaréis lo que llena) y Zurek (otra sopa, esta algo más ligera, afortunadamente, algo agria que lleva trocitos de salchicha y patata), como plato principal nos decantamos por unos Bigos (especie de choucroute con col, carne, champiñones, tomates y pasas) y unas chuletas de cerdo rebozadas que dicen es el plato de carne más popular de Polonia. Todo ello acompañado de una riquísima cerveza. Después de esto, al postre no pudimos llegar.

Tras el palizón de día que llevábamos a nuestras espaldas decidimos posponer el buscar algún sitio donde tomar una copa y preferimos regresar al hotel a dormir.



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jueves, 7 de enero de 2010

24/ Julio/ 08 - Seguimos en Varsovia


Hoy queremos tomarnos el día con un poco más de calma y caminar algo menos pero como veréis, no lo conseguimos, cuando estás en una ciudad desconocida quieres ver y conocerlo todo o, al menos, lo máximo posible.
Empezamos nuestra ruta por la zona norte, por lo que fue la Varsovia judía ,antes de la II Guerra Mundial, Varsovia tenía, tras Nueva York, la mayor comunidad judía del mundo. Tras la invasión nazi, unos 400.000 judíos fueron confinados y obligados a permanecer en el gueto judío. Una pared de 3 metros de altura  rodeaba la zona desde el Palacio de Cultura y Ciencias hasta el monumento Umschlagplatz, esquina de ulica Stawki y ulica Dzika. Comenzamos en la plaza Grzybowski, donde encontramos la pequeña sinagoga Noźyk, la única que sobrevivió a la guerra y también de esta plaza sale la calle Próźna, donde quedan algunas fachadas de ladrillo como vestigios del antiguo gueto judío, lo único que quedo tras la destrucción y posterior reconstrucción del mismo, desde allí nos acercamos al monumento a los Héroes del gueto, más al norte, en la plaza Bohaterów Getta, en memoria de estos combatiente que resistieron como pudieron al ejército alemán. Desde aquí parte un itinerario del recuerdo balizado con piedras de granito que llevan el nombre de las personalidades del gueto, el cual conduce hacia la Umschlagplatz, la plaza de donde partían los trenes con destino a los campos de exterminio. Y si todavía no tenéis suficiente mal rollo en el cuerpo podéis acercaros al cementerio judío que está cerca de aquí, el más grande de Europa, visita que nosotros no hicimos, bastante mal cuerpo llevábamos ya.
Así que cambiamos de tercio y volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar a la plaza Bankowy o plaza de la Banca, preciosa plaza donde se encuentra el ayuntamiento, la cual está rodeada de palacios neoclásicos que, como el resto de la ciudad, tuvieron que ser también reconstruidos tras la guerra. Al norte de esta plaza sale la calle Dluga la cual llega hasta la Nowe Miasto y en ella encontramos también diversos edificios interesantes como el Museo Arqueológico (abierto de lunes a viernes de 09:00h a 16:00h y sábados y domingos de 10.00h. a 16.00h.), o el Museo de la Independencia alojado en un bonito palacio neoclásico, www.muzeumniepodleglosci.art.pl (abierto de lunes a viernes de 10:00h a 17:00h y sábados y domingos de 10.00h. a 16.00h., pero para más información consultad su web). A medio camino encontramos el monumento al levantamiento de Varsovia, que representa la última tentativa del gobierno polaco de resistir, en 1944, pero fueron masacrados por las tropas de Hitler sin que las tropas soviéticas, que esperaban al otro lado de la orilla del Vístula, hicieran nada para evitarlo.

Giramos a la derecha y entramos en la calle Miodowa, antiguo corazón de la Varsovia aristocrática, acumula gran cantidad de bonitos palacios, todos, igualmente reconstruidos después de la guerra. Avanzamos por ella hasta llegar a la calle Senatorska donde se encuentra el Gran Teatro, edificio neoclásico del que sólo fue reconstruido fielmente el vestíbulo y la fachada. En esta calle, abundan también los palacios y bonitos edificios barrocos y neoclásicos. Atravesamos los jardines Saski y nuestro estómago nos avisa de que ya va siendo hora de comer, así que buscamos otro bar mleczny como el del día anterior que tanto nos gustó. Lo encontramos en la calle Nowy Świat, donde hay varios, se repite la experiencia del día anterior de no tener ni idea de lo que estamos comiendo, pero nos gustó, que le vamos a hacer, somos así de “atrevidos”.


Después de la comida, recobramos las fuerzas y cogemos un autobús (tras la aventura que supuso comprar los billetes en un quiosco de periódicos , intentando decir dos billetes para el autobús en polaco según las indicaciones sobre la lengua polaca que llevábamos, aún no se como la quiosquera nos entendió) que nos lleva a la zona sur de la ciudad, al parque Lazienki, http://www.lazienki-krolewskie.pl/, el más hermoso de Varsovia. Fue la residencia de verano del rey Stanislaw August Poniatowski en el siglo XVIII. Además de varios palacios, el Parque Lazienki contiene el Monumento de Chopin, donde se celebra cada año el Festival de Chopin (conciertos gratuitos en el parque dos veces los domingos de junio a agosto), y el Orangerie, ubicado en un amplio jardín del siglo XVIII. Las mejores vistas de Palac Na Wyspie (Palacio de la Isla) se obtienen desde el monumento Jan Sobiewski, en el puente de ulica Agrykola. Originalmente construido en 1624 para el rey Segismundo III Vasa, el Zamek Ujazdowski (Castillo Ujazdowski) alberga en la actualidad el Centro Contemporáneo de Arte. El Palac Belweder (Palacio Belvedere), que data de 1764, fue la residencia del rey Estanislao Augusto Poniatowski y más recientemente de los presidentes polacos del siglo XX
Paseando por este parque pasamos la tarde, tras lo que cogemos otro autobús que nos lleve al hotel a descansar antes de la cena. Estos autobuses municipales pasan con bastante frecuencia.

Esta vez escogimos un acogedor restaurante de la calle Freta, el Pod Samsonem, de decoración blanca y minimalista, con ladrillo visto y vigas de hierro, así como bonitas fotos de la antigua Varsovia colgando de sus paredes. La carta ofrecía especialidades judías y polacas, muy interesantes. Tras la cena, un agradable paseo por la Stare Miaste y una copa en una de las terrazas de su plaza, preciosa con la iluminación nocturna.

miércoles, 6 de enero de 2010

25/ Julio/ 08 - Llegamos a Cracovia

Tomamos nuestro último desayuno en el hotel Metropol, excelente, por cierto, y después de pagar y dejar el hotel nos dirigimos a la estación de tren Warszawa Centralna , la cual teníamos muy cerquita, para coger un tren que nos llevaría a Cracovia, en unas tres horas y media. Los billetes los habíamos comprado previamente por Internet en la web intercity.pl.  Llegamos a Cracovia a mediodía, a la estación central de ferrocarril o Kraków Glówny, la cual se encuentra en el umbral del casco antiguo. Desde allí cogimos un tranvía, (esta vez pudimos comprar los billetes en una máquina con indicaciones en inglés, ¡muchísimo más fácil pero se pierde emoción!) que nos dejó en la puerta de los Bluebells Apartments, donde habíamos reservado un apartamento a través de booking.com, muy bien de precio y relativamente cerca del casco histórico y centro de la ciudad. Una vez instalados nos fuimos a comer algo, tuvimos la suerte de encontrar otro bar mleczny enseguida, en la calle Josefa Dietla, pero no recuerdo el nombre.

Después de la comida encaminamos nuestros pasos hacia el Kazimierz, (podéis ampliar información sobre este distrito en su web), el cual estaba a tan sólo un paseo de nuestro apartamento, al sur del casco viejo. Este barrio fue, hasta la Segunda Guerra Mundial, el centro de la cultura judía polaca, junto con Varsovia. Sin embargo, la visita a este barrio nos dejó una impresión de abandono y dejadez, de hecho, durante la época soviética, este barrio permaneció completamente en el olvido, hasta que, en los años 90, Spielberg lo hizo famoso con a su película La lista de Schindler, gracias a la cual se reavivó el interés por el patrimonio histórico del Kazimierz y surgieron proyectos para rehabilitarlo pero aún falta bastante para subsanar el deterioro del mismo. Paseando por las calles Józefa y Szeroka vamos descubriendo una serie de casas y sinagogas que recuerdan tiempos mejores.

Ya que estamos aquí, aprovechamos para dar una vuelta por la zona cristiana del Kazimierz, cuyo centro es la plaza Wolnica, donde vemos un bonito edificio renacentista que albergó el ayuntamiento en la época en que Kazimierz era una ciudad independiente y frente a él la iglesia del Santísimo Cuerpo de Cristo, de bello interior barroco y muy cerca está también la iglesia de Santa Catalina, basílica gótica en la que destaca su pórtico sur ya que el resto está bastante deteriorado. Seguimos caminando hacia el río Vístula hasta llegar al convento e iglesia de los Paulinos, de estilo gótico, donde, según la leyenda, fue decapitado, en el siglo XI, San Estanislao, patrón de Polonia, de manos de un monarca polaco. Como dato curioso del templo es que en su interior, en un altar se conserva el tronco de árbol que se supone sirvió para la decapitación del santo.

Un paseo por la orilla del Vístula completará nuestra día, para desde allí volver nuestros pasos al centro del barrio judío, a la calle Szeroka, para cenar en el restaurante Ariel, que sirvió de cuartel general a Spielberg durante el rodaje de La lista de Schindler, es un local muy acogedor, cuya decoración nos hace creer que hemos viajado en el tiempo a la época pre-nazi. Su cocina también resulta interesante, es de inspiración judía pero sin llegar a ser kosher. Aquí probamos la carpa rellena, ¡umm!, deliciosa y de postre, sernik, un riquísimo pastel de queso fresco.

Por cierto, una web muy buena de información sobre esta ciudad es: www.krakow.pl


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martes, 5 de enero de 2010

26/ Julio/ 2008 - ¡Qué bonita es Cracovia!

Comenzamos el día dirigiéndonos al casco antiguo,  atravesamos el parque Planty, bonito parque circular que está dispuesto siguiendo la ubicación de las antiguas murallas medievales que rodeaban la ciudad. Llegamos a la puerta Florian, entrada histórica a la ciudad vieja o Stare Miasto, una de las siete puertas de la muralla que todavía subsiste con sus dos torres y detrás de ella la Barbacana, bastión circular añadido en el siglo XV para reforzar la defensa de la puerta. Avanzamos por la calle Floriańska, co hermosos edificios renacentistas, para llegar a la plaza del mercado o Rynek Glówny, en el mismo centro de la Stare Miasto. Esta vasta plaza cuadrada es una de las plazas medievales más grandes que hay en Europa. Rodeada hoy en día de  casas con fachadas neoclásicas presenta una unidad que le da un impresionante aire decimonónico. En el centro de la plaza destaca el mercado de los Paños o Sukiennice, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV pero un incendio en el siglo XVI hizo que se reconstruyera en estilo renacentista, siéndole añadidas posteriormente, en el XIX, sus dos arcadas “gemelas” actuales, las cuales albergan gran cantidad de tiendas y cafés. Dentro del mercado hay un montón de puestos de souvenirs y demás productos típicos.





En una de las esquinas de la plaza se erige una de las imágenes típicas de Cracovia: la iglesia de Nuestra Señora, que tras varias reconstrucciones es una de las iglesias góticas más bellas del país de la que llama la atención sus dos torres  asimétricas, la más baja coronada por una cúpula renacentista mientras que la más alta tiene un curioso chapitel como remate que termina en una corona dorada. Esta torre era utilizada en la antigüedad como torre de vigía y a mediodía suena una melodía de trompeta interrumpida en breve que recuerda la muerte del vigía en el siglo XIII que dio la alerta ante el avance de los tártaros y que se vio interrumpido por una flecha tártara. El interior de esta iglesia es soberbio.

En la zona sur de la plaza se alza la torre del ayuntamiento, esta torre gótica es el último vestigio del ayuntamiento del siglo XIV, destruido en el XIX por las autoridades por considerarlo demasiado “viejo”, ¡manda narices! También en esta zona de la plaza se encuentra la iglesia más antigua de la ciudad, la de San Adalberto, cuya cripta se puede visitar de lunes a sábado de 10.00h a 15.00h.


En el nº 35 de esta plaza, en el palacio  se encuentra el museo de historia de Cracovia, abierto de miércoles a domingo de 09.00h a 15.00h.


Salimos de la plaza del mercado por la calle Sienna para encontrar la tranquila rynek Maly, pequeña plaza que durante mucho tiempo fue el mercado de la carne.


Callejeamos por la ciudad vieja, alrededor de la plaza del mercado, sería interminable enumerar todo lo que se puede ver así que voy a intentar resumir lo más destacado, de manera que al norte de la plaza, en la calle Św. Jana está el museo Czartoryski, abierto de martes a domingo de 10.00h a 15.30h (los jueves es gratis), (ocupa un conjunto de edificios constituido por un palacio del XIX, un antiguo convento del XVIII y un arsenal del XVI y presenta una importante colección de pinturas de Europa occidental de los siglos XVI al  XIX, destacando la Dama del armiño, de Leonardo da Vinci. A la salida del museo os recomiendo un paseo por la aristocrática calle Szpitalna, hasta llegar a la  plaza Św Ducha y al teatro Slowacki. A la derecha de éste se encuentra la iglesia de la Santa Cruz, que por fuera no dice nada pero hay que pasar dentro para descubrir su maravillosa bóveda gótica sostenida por un solo pilar en forma de palmera.


En la zona oeste de la ciudad vieja está la Universidad, formada por varios edificios góticos, fue fundada en el año 1364 por Casimiro el Grande, concentra las escuelas más antiguas de Polonia y a finales de la Edad Media se jactaba de ser el centro intelectual de Europa.


Antes de proseguir nuestra visita a la ciudad por la zona sur, volvemos a la plaza del mercado, la cual atravesamos para llegar de nuevo a la calle Floriańska, donde le habíamos echado el ojo a un bar mleczny, el Dworzanin, con un inmenso salón, donde las mesas son colectivas y se sirven platos a la parrilla. Aquí ya no tenemos problemas con el idioma, se nota que Cracovia es una ciudad turística y las cocineras que hay tras la parrilla chapurrean inglés lo suficiente como para entenderse con los turistas que abarrotan el local.


Después de este breve descanso, nos dirigimos hacia la zona sur de la ciudad vieja, tras cruzar de nuevo la plaza, cogemos la calle Grodzka y llegamos a la  plaza Dominikański, donde destacan la iglesia y convento de los Dominicos, destruida en su mayor parte por un incendio en el año 1850, en la actualidad presenta el aspecto de una austera basílica adornada por una serie de capillas renacentistas. También en esta plaza se encuentra la iglesia y convento de los Franciscanos, que también sufrió el incendio de 1850 pero tras el cual fue redecorada con esculturas y vidrieras art nouveau. Seguimos bajando por la calle Grodzka y callejeando, disfrutando de la ciudad, hasta llegar a la plaza Marii Magdalena, dominada por dos iglesias, la iglesia de San Pedro y San Pablo, y la iglesia de San Andrés. Esta última es una maciza iglesia románica aunque decorada posteriormente en su interior siguiendo el estilo barroco, mientras que la de San Pedro y San Pablo es el primer edificio barroco de la ciudad, edificado por orden de los jesuitas en 1580 para combatir el protestantismo y en cuya puerta destacan las estatuas de los doce apóstoles que parecen guardar la iglesia.  Al final de la calle encontramos la iglesia de San Egidio, hermana pequeña gótica de las dos anteriores y en su parte posterior hay una gran cruz así como una pequeña exposición con fotografías y explicaciones en recuerdo de los soldados polacos ejecutados por Stalin en el bosque de Katyń, otra muestra más de la barbarie humana. Desde aquí se divisa ya el castillo de Wawel pero preferimos dejar la visita del mismo para el día siguiente, por lo que regresamos por la calle Kanonicza, que fue en el pasado un tramo de la vía real y conserva el encanto de las fachadas góticas y renacentistas de sus mansiones.


Damos por terminado el recorrido turístico por hoy y nos vamos hacia el apartamento para descansar un poco antes de la cena, para la cual hemos escogido el restaurante Cechowa, en la calle Jagiellońska, 11, con una gran sala cuadrada, al estilo de una gran mansión con mesas aglutinadas como en una cervecería llena de blasones. Muy buena la cerveza y la comida, aquí se sirven también las especialidades polacas, como los pierogis, que son raviolis de gran tamaño rellenos, elegimos los rellenos de queso freso y otros de carne, realmente deliciosos. Para bajar la cena, un paseo de nuevo por la plaza del mercado que sigue muy animada a estas horas, donde tomamos una copa en una de sus muchas terrazas.

lunes, 4 de enero de 2010

27 / Julio/ 2008 - Visita a las Minas de Sal, ¡qué pasada!



Intentamos visitar hoy el castillo de Wawel, pero es domingo, y aparte de unas colas terribles, nos enteramos de que hoy la catedral está cerrada hasta después de la misa por lo que hacemos un rápido cambio de planes y optamos por visitar alguno de los alrededores de la ciudad. Una de las opciones es Auschwitz, hacia el que salen numerosas excursiones así como autobuses y trenes  regularmente, pero lo descartamos enseguida, sólo su nombre nos pone los pelos de punta, así que decidimos ir a las minas de Wieliczka,  a 13 km. al  sureste de Cracovia, para ello tomamos un autobús detrás de la estación central de tren y en media hora estamos allí. Vamos a las taquillas, donde sacamos las entradas, las minas están abiertas todos los días de 08.00h. a 18.00h. (en invierno cierran a las 16.00h.) y las visitas son guiadas y en grupo, y salen cada hora, Se trata de unas minas de sal realmente impresionantes, la sal fue una de las fuentes de riqueza del país a lo largo de su historia, de ahí las gigantescas dimensiones de estas minas, cuentan con 300 km. de galerías y nueve niveles que llegan a los 327 km. de profundidad, de las que sólo están abiertas al público los tres niveles superiores. Empezamos la visita con un descenso a pie de 200 escalones un tanto claustrofóbico a partir del cual vamos visitando salas y galerías hasta llegar a la inmensa capilla dedicada a la reina Kinga que es una verdadera catedral subterránea excavada entre el año 1895 y el 1927, donde hay bellísimas esculturas de sal. Aquí se celebran bodas e incluso conciertos, la verdad es que el escenario es impresionante.




Una vez terminada la visita a las minas, que dura unas dos horas, decidimos, antes de subir a la superficie, comer bajo tierra en el restaurante de las minas tras la cual subimos en ascensor a la superficie donde se agradece volver a ver la luz del sol y sobre todo sentir su calor (si vais en verano, no olvidéis llevaros un jersey o chaqueta porque hace bastante frío).  Damos un pequeño paseo por el pueblo de Wieliczka y regresamos en autobús a Cracovia.

Esta noche, para cenar, elegimos el Starapolska, en la calle Sienna, con una sala rústica con frescos en las paredes que representan escenas campestres, volvemos a degustar las especialidades polacas, esta vez nos atrevemos con un Tartar a modo de entrante (que le vamos a hacer, nos gusta la carne cruda), seguido de Kaczka z jablkami o pato relleno de manzanas servido con unos deliciosos panecillos o Pyzys con los que mojar en la salsa. Una vez más, un paseo por la plaza del mercado y una copita en otra de sus terrazas.

domingo, 3 de enero de 2010

28/ Julio/ 2008 - Último día en Cracovia


Tras dejar el apartamento y llevar nuestras maletas a la consigna de la estación central de tren, hoy si que vamos a visitar el castillo de Wawel.  Situado sobre una colina, al sur de la Stare Miasto, fue durante cinco siglos el centro político y administrativo del país. Accedemos al recinto y empezamos por la catedral, para la cual hay que comprar entrada en las taquillas de la entrada, abierta todos los días de 09:00h a 15:00h., excepto los domingos que abre al público después de la misa. Fue reconstruida tres veces antes de adoptar su actual forma gótica del siglo XIV a la que se fueron añadiendo capillas y mausoleos renacentistas y barrocos que le añaden un encanto especial. Se puede subir desde la sacristía a la torre de la capital para ver no sólo sus campanas sino una bonita vista de la ciudad.


Tras la catedral, vamos a ver el castillo, el cual, contemplado desde su interior aparece como un magnífico palacio italiano del Renacimiento. A este patio se puede acceder de manera gratuita pero para ver las estancias reales hay que sacar entrada (abierto todos los días excepto los lunes de 09.00h a 16.30h.). El castillo, tras el traslado de la corte a Varsovia en el siglo XVII, fue víctima del pillaje y saqueo, cayendo en manos austriacas hasta que los polacos volvieron a comprarlo en 1903. Tuvo que ser restaurado, lo que fue interrumpido por la guerra, tras la cual pudo recuperar su gloria de antaño.  En las estancias reales, las salas del ala norte fueron restauradas en estilo barroco, mientras que las del ala este conservan su puro estilo renacentista. En la sala sur destaca la sala de audiencias, con frisos de Hans Durero (hermano del famoso Alberto), pero en general, en todas las estancias hay gran cantidad de tesoros artísticos, como la colección de tapices de Flandes del rey Segismundo Augusto. En la planta baja de la esquina noreste del castillo se encuentra el Tesoro de la Corona, del que ya  sólo quedan piezas menores, tras los sucesivos pillajes. Saliendo ya del castillo, vamos a ver el Wawel perdido, lo que antes eran las cocinas reales y que ahora alberga una exposición con los hallazgos arqueológicos del lugar, así como diversas maquetas de los edificios desparecidos.

Cruzamos el jardín, en el que se puede observar los cimientos de dos iglesias góticas que fueron destruidas, hasta llegar a la gruta del Dragón, situada en el paseo de las murallas que da al Vístula y desde donde se puede disfrutar de unas bonitas vistas.


Viendo el castillo de Wawel se nos ha pasado la mañana y ha llegado la hora de comer, bajamos la colina y vamos hacia la calle Grodzka, donde teníamos fichado el Temida, creo que el más bonito de todos los bares mleczny que estuvimos, situado en una estancia abovedada iluminada por grandes ventanales y con una amplia selección de platos distintos expuestos, todos con una pinta de lo más apetitosa que te hace difícil la elección.


Tras la comida, volvemos a callejear por la Stare Miasto y no podemos evitar caer en la tentación de comprar la típica turistada en el mercado de Paños, para acabar paseando por la orilla del Vístula, convertida en un agradable parque, hasta que llega la hora de volver a la estación central para coger el tren que nos lleve a Gdańsk.

Cogemos el tren por la noche, cuyos  billetes habíamos sacado previamente en España a través de Internet, intercity.pl, el trayecto dura toda la noche por lo que cogimos unas literas, de esta manera, aprovechamos mejor el tiempo y nos ahorramos una noche de hotel.